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La Dama de la Lengua Afilada camina entre susurros rotos y huesos consagrados...

La oscuridad no la rodea… se postra ante ella.
La Dama de la Lengua Afilada camina entre susurros rotos y huesos consagrados, y allí donde su sombra cae, la fe se corrompe.
Su voz no es palabra: es plaga.
Una herida abierta en el oído del mundo, un veneno que se arrastra lento hasta el corazón de lo sagrado.
Cuando habla, los cielos se enmudecen por vergüenza.
En su frente, la corona de espinas no simboliza redención, sino venganza.
Cada espina, un dios quebrado.
Cada gota de sangre, un pacto con el abismo.
Sus dedos, largos como noches sin luna, acarician los límites del pecado y los cruzan sin temor.
Sus uñas —ganchos de desesperación— se hunden en las almas tibias, arrastrándolas hacia un descenso sin final.
Pero es su lengua, afilada, infernal, la que pronuncia el juicio verdadero.
Cada palabra es una daga en el pecho de los santos, cada sílaba, una blasfemia que se arrastra como peste en la boca de los mortales.
Donde ella habla, los ídolos caen de sus altares.
Donde ella mira, la luz se pudre.
by LuiSaifer (2025) AlDesingStudiO313

Muerte al viejo Dios.

Muerte al viejo Dios, al monarca decrépito que, desde su trono corroído por la fe marchita, contempla con su único ojo vacío el auge de la abominación. Que su juicio se disuelva en la negrura eterna, porque ya no queda temor en los corazones de los hombres. La blasfemia no es ya un susurro prohibido: es reina coronada en el altar de la ruina, vestida con los harapos dorados de antiguas oraciones, danzando sobre las tumbas de los santos. Ella reina con mano firme, alimentada por la desesperación de los creyentes caídos, por el incienso podrido de templos olvidados. En su mirada arde la verdad que el Dios moribundo no pudo contener. No hay redención. Solo el triunfo glorioso del sacrilegio, extendiendo sus alas negras sobre un mundo que al fin ha dejado de arrodillarse.
by LuiSaifer (2025) AlDesingStudiO313

El despertar de lo antiguo.

En su cabeza, como una burla blasfema, resplandecía una corona de espinas, no impuesta por la devoción, sino por algo mucho más cruel. Las púas no solo perforaban su carne, sino que parecían hundirse en su mente, susurrándole secretos prohibidos. Sus ojos, vidriosos y febriles, reflejaban la demencia de un profeta caído, un paria atrapado entre el delirio y la verdad.
Pero su boca… su boca era peor. No solo escupía palabras retorcidas, plagadas de un veneno ancestral, sino que dentro de ella, en la negrura viscosa de su garganta, algo más acechaba. Un ojo. Un orbe palpitante, tembloroso, rebosante de una consciencia ajena. Veía, devoraba, comprendía.
Y entonces parpadeó.
Y en ese instante, el mundo supo que no era él quien estaba mirando.
Era aquello que habitaba dentro. Algo antiguo. Algo hambriento. Algo que por fin había despertado.
by LuiSaifer (2025) AlDesingStudiO313