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En una mano sostenía el viejo candelabro, cuyo fuego parpadeante apenas lograba abrirse paso entre las sombras densas que devoraban la habitación...

En una mano sostenía el viejo candelabro, cuyo fuego parpadeante apenas lograba abrirse paso entre las sombras densas que devoraban la habitación. Las paredes, húmedas y cubiertas de musgo, parecían respirar con un ritmo lento y siniestro, como si la propia habitación estuviera viva. Un aire gélido se arrastraba entre las grietas del suelo, envolviéndolo todo con el aliento de algo antiguo y olvidado.
Con la otra mano, temblorosa pero firme, señalaba hacia la puerta. Era una puerta pesada, de madera ennegrecida por el tiempo, con marcas que parecían arañazos y símbolos grabados que emitían un aura inquietante. Al otro lado, según los susurros que el viento arrastraba, habitaban los seres más horribles jamás concebidos, criaturas condenadas a existir en un estado de furia y hambre perpetuas. Eran los moradores de la oscuridad, sombras encarnadas que se movían con el sonido de uñas arañando la madera, esperando el momento para cruzar y reclamar aquello que les pertenecía.
Cada sonido parecía amplificado en aquella cámara de pesadilla: el chasquido de la llama, el crujido de la madera bajo sus pies, y, más allá, el leve pero inconfundible rasguño que provenía de detrás de la puerta. Su respiración se volvió irregular; el frío no solo venía del ambiente, sino de algo más profundo, algo que no pertenecía a este mundo.
Una sensación opresiva lo envolvió, como si un millón de ojos invisibles lo observaran desde la penumbra. Sin embargo, no apartó la mirada de la puerta. Sabía que aquello que aguardaba al otro lado no temía la luz del candelabro, ni el hierro de la cerradura. Era una fuerza que no podía ser contenida, y él era su próximo objetivo.
Un susurro, apenas audible, cruzó la habitación como una caricia helada: "Abre... la puerta..."
Photo by LilithSaifer & LuiSaifer (2025) AlDesingStudiO313