En la más profunda penumbra, él permanecía inmóvil. La débil llama del viejo candil de petróleo apenas lograba desgarrar las sombras, iluminando lentamente, una por una, las páginas de aquel libro olvidado por el tiempo.
El Necronomicón.
Sus dedos temblaban al pasar la hoja, como si cada línea escrita en aquel idioma antediluviano tuviera peso propio, como si las palabras quisieran aferrarse a su mente, incrustarse en sus sueños. No era miedo lo que sentía, no exactamente. Era algo más hondo, más ancestral: la certeza de que estaba leyendo algo que jamás debió ser leído por ojos humanos.
Un susurro rompió el silencio. No venía de fuera. Surgía desde el propio libro.
—Ph’nglui mglw’nafh... —una frase, incompleta, rozó sus oídos con voz ajena, como si algo respirara entre las líneas escritas con tinta que aún parecía húmeda.
La habitación, húmeda y enmohecida, pareció contraerse. Las sombras se alargaron, y la llama del candil titiló como si algo invisible hubiese pasado junto a él. Afuera, la tormenta arremetía contra las ventanas con furia creciente, como si la naturaleza supiera que algo se estaba desatando.
Él levantó la vista. No estaba solo.
Desde el rincón más negro, donde la luz moría, surgieron tentáculos cubiertos de una sustancia viscosa, fétida, parecida a bilis corrompida. Se arrastraban con desesperación, dejando un rastro que humeaba sobre la madera podrida. Se enroscaban entre sí como intestinos animados, vibrando al ritmo de un corazón que no latía en esta realidad.
No tenían ojos. No los necesitaban. Sentían su presencia, sabían su nombre, su carne, su alma.
Había leído demasiado.
Había ido demasiado lejos.
Y ahora, las palabras lo reclamaban.
El lector del Necronomicón no solo había abierto una puerta. Había derrumbado el umbral entre la razón y la locura.
Y aquello que aguardaba del otro lado… ya había entrado.

by LuiSaifer (2025) AlDesingStudiO313