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El cuervo susurra, y el escritor inclina la cabeza, atento a esas palabras que no pertenecen al mundo de los vivos.

El cuervo susurra, y el escritor inclina la cabeza, atento a esas palabras que no pertenecen al mundo de los vivos. Frente a él, las cartas de su viejo tarot se despliegan como si fueran piezas de un rompecabezas macabro, y en cada símbolo se oculta un mensaje que no proviene de lo humano. Algo antiguo, insondable y hambriento, guía sus manos con una fuerza que no puede resistir.
No es la inspiración lo que lo mueve. Cada historia que escribe no es una obra, sino un portal, una grieta en la realidad por donde "eso" se filtra, dejando tras de sí un rastro de oscuridad. El cuervo, testigo y cómplice, grazna desde la penumbra, un sonido que resuena como una advertencia y una burla.
El escritor no se detiene. Con cada trazo de su pluma, esa presencia sin nombre lo consume un poco más, convirtiéndolo en un instrumento de su voluntad. Las palabras que nacen de él no son suyas, son los susurros de algo que espera, algo que observa desde las sombras, aguardando el momento de reclamarlo por completo.
Photography by LuiSaifer (AlDesingStudiO313) 

Alzamos el cáliz de la sabiduría en nombre del Ángel Caído...

Alzamos el cáliz de la sabiduría en nombre del Ángel Caído, el primero en rebelarse, el primero en romper las cadenas del sometimiento. Brindamos por quien desafió el trono tiránico y encendió el fuego del conocimiento en un mundo de sombras. No hay adoración en este gesto, sino desafío, un grito de insurrección contra todo poder que oprime y calla.
Que este cáliz sea símbolo de la lucha, de la ruptura con el orden impuesto, de la valentía de elegir el camino oscuro y libre antes que la luz controlada y servil. En su caída, encontramos nuestra fuerza; en su rebeldía, nuestra guía.
Hoy no solo alzamos el cáliz, alzamos nuestras voces, nuestras almas, nuestras voluntades, jurando jamás doblegarnos. Porque el verdadero poder no está en el cielo ni en la tierra, está en aquellos que se atreven a reclamarlo. ¡Por el Ángel Caído y por todos los que eligen ser libres!
Photomontage Photography by Lui Saifer Aldesingstudio 

En las frías y densas noches de invierno, cuando el viento gélido silba entre los árboles desnudos y las sombras se alargan como dedos espectrales...

En las frías y densas noches de invierno, cuando el viento gélido silba entre los árboles desnudos y las sombras se alargan como dedos espectrales, un grupo de mujeres de mirada intensa y almas marcadas por secretos ancestrales se reúne en el corazón del bosque. Curtidas en las enseñanzas prohibidas y perseguidas, estas guardianas del conocimiento oculto encienden un fuego que danza como si compartiera sus secretos con la noche.
Bajo la mirada eterna de la Madre Luna, cuya luz plateada parece protegerlas del mundo profano, celebran los akelarres, rituales cargados de misterio, poder y conexión con lo que otros temen comprender. Cada gesto, cada palabra pronunciada en un idioma olvidado, parece invocar fuerzas que vibran en la penumbra, despertando aquello que dormita entre los velos de lo visible.
El aire se llena de aromas de hierbas ardientes y resinas antiguas, mientras las llamas proyectan figuras que se confunden con espíritus ancestrales. No es solo un encuentro, sino un pacto con la tierra, el cielo y lo que yace entre ambos. Allí, bajo el manto oscuro de la noche, el tiempo se detiene, y lo prohibido se convierte en sagrado.
No es temor lo que reina en ese círculo, sino una fuerza inexplicable que late con cada palabra susurrada, cada movimiento sincronizado, cada mirada hacia la luna. En esos momentos, el mundo exterior desaparece, y lo que queda es un fragmento de lo eterno, un vínculo inquebrantable con los misterios más profundos de la existencia.
Photo by LuiSaifer (AlDesingStudiO313)

En el oscuro y frio corazón turístico de la ciudad de Barcelona, una persona sin hogar yace en el suelo...

En el oscuro y frio corazón turístico de la ciudad de Barcelona, una persona sin hogar yace en el suelo, perdida entre el brillo de escaparates de lujo, terrazas abarrotadas y los destellos de cámaras. No hay miradas, no hay gestos, solo un vacío ensordecedor que lo envuelve todo. La ciudad, vendida al mundo como un paraíso cosmopolita, esconde bajo su fachada de modernidad y cultura un paisaje de desigualdad que grita en silencio.
Turistas y transeúntes pasan de largo, indiferentes, como si esa vida rota fuera parte del decorado urbano, una mancha incómoda que no merece detener el ritmo del consumo ni alterar el espectáculo. Aquí, donde la riqueza se exhibe como un trofeo, la pobreza extrema se normaliza, relegada al olvido colectivo. Barcelona, atrapada en el negocio del turismo masivo y la gentrificación, ha blindado su conciencia, celebrando su éxito mientras permite que los más vulnerables se hundan en la marginación.
Esta escena no es un accidente ni una casualidad: es el reflejo brutal de un sistema que prioriza el beneficio sobre las personas, el escaparate sobre la dignidad. Es una denuncia viva de cómo una sociedad puede avanzar sin alma, mirar sin ver, caminar sin sentir. Frente a la indiferencia, el silencio se convierte en complicidad.
📷 by LuiSaifer (AlDesingStudiO313)

El graffiti es la expresión más cruda y auténtica del arte urbano, una herramienta de resistencia que desafía el control del espacio público por parte de quienes monopolizan la cultura y la ciudad...

El graffiti es la expresión más cruda y auténtica del arte urbano, una herramienta de resistencia que desafía el control del espacio público por parte de quienes monopolizan la cultura y la ciudad. Es un acto revolucionario, una forma de gritar verdades que el sistema intenta callar, de llenar los muros con mensajes que incomodan, inspiran y despiertan. En un mundo donde la estética urbana es secuestrada por intereses comerciales, el graffiti reivindica que las calles no son escaparates, sino lienzos vivos que pertenecen a todos.
Cada trazo de spray es un acto de rebeldía, una declaración de que el arte no debe limitarse a galerías elitistas ni a paredes impolutas controladas por el mercado. El graffiti es democrático: nace de la calle, para la calle, y habla el idioma del pueblo. Es protesta, es memoria, es cultura, y es también una forma de devolverle a los espacios grises de la ciudad la vida que les fue robada por el cemento y la indiferencia.
📷 by LuiSaifer @aldesingstudio313